Asturias (tierra con connotaciones moriscas donde las haya), se
convirtió en todo un manantial de información para los investigadores
del 11-M, justo a partir del martes 16, cinco días después de la
masacre.
Ya sabemos que la mochila de Vallecas se convirtió igualmente en la
clave de los atentados, y que entre otros utensilios encontrados en la
famosa bolsa, apareció explosivo Goma2Eco, un detonador y un teléfono
móvil con tarjeta SIM. La dinamita y el detonador determinaron la
comisión de dos policías que partieron en la mañana del martes día 16
hacia Asturias ya que -al parecer- les había quedado claro que tanto la
dinamita como el detonador de la famosa mochila, procedían de una
explotación minera denominada Caolines de Merilles con sede en la ciudad
de Oviedo.
Sin embargo, los policías no se dirigieron a Oviedo donde, además de
la sede de la empresa minera, se encontraba la jefatura administrativa
en la zona, del cuerpo policial al que pertenecían. No. Se dirigieron a
Avilés. ¿Por qué?.
La respuesta pudiera ser una llamada que los dos policías dijeron
haber recibido durante el viaje, de unos compañeros que se encontraban
analizando los datos de la tarjeta SIM en la sede de la operadora de
telefonía Amena. Los compañeros les dijeron que aparecían dos
llamadas a unas cabinas telefónicas de Avilés, desde otro teléfono
también registrado en la misma antena que el de la mochila. El resto
está escrito: los dos policías llegan a Avilés y un compañero de allí
les dice que, casualmente, un confidente suyo apellidado Trashorras y
ex-minero que se dedica a traficar con drogas, cree saber que
los atentados los pudo cometer un morito al que conoce. Los tres
policías se reúnen con Trashorras y un señor de los servicios del Centro
Nacional de Inteligencia que estaba por alli. El traficante de drogas, que -según consta-
padece esquizofrenia, dice a los reunidos que el morito buscaba
explosivos y que le invitó a visitar un chamizo que tenía en el campo,
cerca de Morata de Tajuña. Miel sobre hojuelas: una de las tarjeta SIM
que estaban analizando en Amena se había registrado en un repetidor que
cubría Morata de Tajuña, y el número coincidía con el del morito según
decía el confidente asturiano.
Desafortunadamente, el traficante de drogas no supo guiar, durante
los días siguientes, a los policías hasta el chamizo del campo, y
tampoco supo decir el nombre del moro, al que dijo conocer únicamente
con el apodo de Mowgly que él mismo le puso.
En realidad fue el día siguiente (17 de Marzo) cuando otro moro
también traficante de drogas y confidente, esta vez de la Guardia Civil,
mantuvo una conversación telefónica con su controlador en la que
mencionaba “también” a un morito que se llamaba Jamal; conversación que,
a su vez, estaba siendo grabada por agentes del Cuerpo Nacional de
Policía que investigaban asuntos de estupefacientes. El viernes 19, el
confidente de la Guardia Civil fue llevado a la sede del CNP y dijo
únicamente que el morito sospechoso se llamaba Jamal y vivía por la calle Villalobos, en el barrio de Vallecas.
Hasta el viernes siguiente (día 26) no apareció en el sumario el
apellido Ahmidan asociado al nombre del tal Jamal, aunque no consta de
donde obtuvo la policía ese apellido y porqué lo relacionó.
No obstante, en las mismas oficinas de Amena donde dijeron haber
encontrado las dos llamadas a “una cabina de Avilés”, constaban cuarenta y dos llamadas
a un teléfono sito en la calle Villalobos, la citada por el confidente
de la GC, número 51, a nombre de la que luego se dijo era la mujer del
tal Jamal Ahmidan. La razón por la que a los policías de Amena no les
llamó la atención 42 llamadas a un mismo número sito en el 51 de la calle Villalobos de Madrid, pero si se la llamó 2 llamadas a dos cabinas de Avilés, se desconoce.
La cuestión es que la aparición del moro más famoso de esta historia,
y su relación con Asturias, se produce de la mano de dos confidentes de
cuerpos de seguridad del Estado, traficantes de drogas y que
desconocían el apellido del moro y uno de ellos hasta el nombre.
Apellido que en el sumario no consta por sitio alguno de dónde lo obtuvo
la policía, ni cuándo, ni cómo.
Lo que si quedó judicialmente acreditado, con unos cuantos actores
más es que, como afirma la sentencia, “al menos una parte del explosivo”
procedía de Asturias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ha sido temporalmente activada la moderación previa de comentarios.
Deberá esperar a que haya sido supervisado para su publicación.
Gracias por su colaboración