miércoles, 4 de mayo de 2011

Cómo fabricar un hecho probado



Sin la telefonía móvil y la oportuna “aparición” en la comisaría de Vallecas de la mochila “extraviada”, la historia oficial que ha concluido con más de 100 siglos de cárcel en condenas, y echa el broche a las matanzas del 11 de Marzo de 2004, no podría existir.

Pero ¿de verdad eso de la telefonía móvil proporciona una información tan fiable como pretenden policías, fiscales y magistrados como para considerarlo "hechos probados" ?

La mayoría de números de teléfono presentados correspondían a tarjetas de pago previo y las compañías telefónicas no disponían de datos del titular, de modo que la asignación de usuarios a cada una de las tarjetas se basó en especulaciones.
En todo el proceso no se utilizó en momento alguno técnicas de reconocimiento de voz para, por ejemplo, acreditar que en la conversación atribuida a Otman El Ganoui y que sirvió para obsequiarle con 42 siglos de cárcel, era él quien hablaba.
Y lo que es más pintoresco: sin sonrojo alguno, ni el instructor ni el tribunal se molestaron en solicitar el asesoramiento de profesionales que les dijesen si aquello que consideraban verdades inmutables lo eran realmente. De ése modo, tomaron por cierto -y pretendieron que nosotros también- que los números de serie que identifican lógicamente los terminales (IMEI) son únicos e inalterables, que lo mismo sucede con los números de teléfono (SIM), y que los datos relativos a tráfico telefónico o ubicaciones dentro de la red telefónica basados en lo anterior y aportados por la compañía identifican plenamente a los interlocutores y su posición geográfica.

Dado que el número de serie de los terminales (IMEI) grabados en la memoria de éstos son modificables, no es posible afirmar con seguridad que el número obtenido en la red corresponda con la marca y modelo que se cree.
Dado que una tarjeta SIM puede ser clonada (con conocimiento de la operadora o sin el), un listado simple (como los presentados en el sumario) no permite establecer si la tarjeta de la que se aportan datos por el operador es la original o la clonada.

Las existencia de tarjetas clonadas puede causar, por ejemplo, que una de ellas se encuentre en Madrid y otra en Ibiza, de manera que al aportar tráfico o ubicaciones del número que utilizan ambas tarjetas, este no permite discriminar a cuál de ellas corresponde. Por tanto, afirmar que el usuario se encuentra en Madrid es tan aventurado como afirmar que se encuentra en Ibiza.
Cuando en un listado de llamadas salientes, se observa que el teléfono A ha generado una llamada que tiene por destino el teléfono B, no puede acreditarse en absoluto que el usuario de A hable con el usuario de B, porque si éste está desviado a C, el usuario que realmente recibe la llamada es el de C y no el de B.
Por otra parte, si el usuario de B ha dejado el teléfono encendido en Parla, pero él está en Albolote y atiende la llamada en la tarjeta C, sería incorrecto decir que estaba en Parla.

Algunos servicios de voz sobre IP (VoIP), como Skype, permiten asociar un número de teléfono con una cuenta de usuario del servicio VoIP, de forma que cuando se realiza una llamada a un teléfono en aquél aparezca como número llamante el que hayamos asociado en nuestra cuenta VoIP. Para ello, Skype simplemente mandará dos SMS al teléfono que le indiquemos con el fin de verificar que tenemos acceso al mismo. Cuando he asociado un número a mi usuario VoIP, y llamo a otro número de teléfono, la red telefónica entregará a mi destinatario (y así quedará reflejado en la compañía) el número de “remitente” que yo haya elegido. ¿Y eso que significa?. Pues que yo puedo estar llamando desde Ibiza con un software de VoIP, a un amigo que esté en el centro de Madrid, mientras que el teléfono que le aparece a mi amigo, como llamante, está realmente ocioso encima de una mesa y registrado en una BTS del barrio de Hortaleza.

El único hecho probado es que en telefonía móvil no se puede probar  prácticamente nada de lo afirmado en la instrucción, ya que usuarios, ubicaciones, interlocutores y algún otro dato se basan, principalmente, en especulaciones de los investigadores.

domingo, 17 de abril de 2011

Los tripulantes de la VO

Es este caso no se trata de los aguerridos navegantes que participan en la carrera náutica Volvo Ocean, sino de la tripulación que condujo la "Versión Oficial" sobre el 11-M, hasta la sala del tribunal, en la Casa de Campo de Madrid.

24 horas después de cometerse la matanza, y según las anotaciones del cuaderno de bitácora de aquellos días, había dos cosas establecidas ya como inmutables: el explosivo utilizado era Goma2Eco y mediaba la telefonía móvil.

Es cierto que cuando años después se pudo comprobar la presencia de componentes ajenos a la Goma2Eco en las  paupérrimas muestras que pudieron ser analizadas, quedó abierta la puerta a la presencia de otros explosivos. Y cuando más tarde aún, el ministerio de Interior reconoció oficialmente que no podía acreditar la existencia de la cadena de custodia de los objetos retirados de los trenes, el supuesto origen de la famosa mochila perdida y hallada en una comisaría de policía de Madrid, que sirvió para deducir que en todos los focos de las explosiones se empleó Goma2Eco con metralla, temporizada por una serie de teléfonos móviles -todos iguales y de la misma marca y modelo-,  quedó más que en entredicho.

Aún así, lo más curioso de toda la VO es que si los terroristas hubiesen decidido emplear temporizadores convencionales, o cualquier otro sistema en lugar de  los teléfonos móviles que aseguran fueron empleados como temporizadores, estaríamos todavía buscando a quién imputar los hechos.

Porque en el caso 11-M la telefonía móvil ha servido -según la VO- para identificar a los terroristas, establecer las relaciones entre ellos,  afirmar donde se encontraba cada uno de ellos en un momento determinado, documentar el viaje de traslado de los explosivos hacia Madrid, conocer dónde se montaron las bombas, localizar el piso franco de Leganés y saber quienes estaban en el piso antes de que explotase (y saber, además, que estaban vivos). Si se hubiese utilizado cualquier otro sistema de ignición, nada de todo eso habría sido posible.
¡¡ Y todo ello tratándose (en su inmensa mayoría) de tarjetas de pago previo y sin dato alguno de titularidad!!.

Uno de los aspectos más asombrosos de la trama telefónica es que utilizaron el  día 16 de Marzo los datos del teléfono 665040605 para engarzar la trama asturiana a través de DOS llamadas que analizaron de ése número, pero en apariencia, fueron incapaces de localizar la vivienda de Jamal Ahmidan en la calle Villalobos a través de las CUARENTA Y DOS llamadas registradas con el teléfono  del domicilio de la calle Villalobos.

Manteniendo el símil náutico en esta particular VO, es precisa una buena coordinación entre el navegante, el estratega, el caña y/o el patrón para conseguir salvar las dificultades y conseguir colocar el velero en la meta como campeones.

Según la VO, los avances técnicos de la investigación pasaron de realizar torpes maniobras entre los días 11 y 16, a la resuelta y decidida singladura  iniciada el mismo día 16, que les dejó en la Casa de Campo, con el cuaderno de bitácora ultimado y listo para pasar las anotaciones a un diario de a bordo con borlas y ribetes dorados.

El día 12 descubrieron una mochila de la que no pueden acreditar su origen, pero que resultó ser imprescindible, puesto que ponía en escena la Goma2Eco y la telefonía móvil.
También a partir del día 12 comenzaron a desaparecer los distintos escenarios de la matanza, cosa inconcebible, porque si lo que hubiera explotado en los trenes hubiese sido Goma2Eco ¿qué necesidad había de esconder los restos que permitieran demostrarlo?.
El día 13 detuvieron a un moro acusado de vender tarjetas... pero que a la hora de condenarlo, tuvieron que acusarle de poner físicamente las bombas.

Y por fin, el día 16 parece que se incorporó definitivamente el estratega y se fijó el rumbo.


jueves, 10 de marzo de 2011

El veredicto especial de un tribunal especial.

Me decía una persona muy querida, hablando de la sentencia judicial sobre la matanza de Madrid: “todos aceptan lo que se ha dicho, y tú te obstinas en no aceptarlo”. Se refería a la aceptación mayoritaria y popular de lo contado por las instituciones legalmente responsables de conocer lo ocurrido y aplicar las correspondientes leyes, y a mi “obstinación” en no aceptar lo contado.

La frase me hizo reflexionar tanto por lo que encierra de real, como por la generalización empleada.
Ciertamente, ese “todos” incluye de forma generalizada a la inmensa mayoría de la sociedad española; probablemente en torno a un 99,9% de la sociedad española; aunque como es lógico,  no significa que ese 99,9% lo acepta, sino, mas bien, que no discrepa. Y si hubiese que matizar más,  me atrevería a afirmar que en el 0,1% podemos incluir conjuntamente a los defensores y detractores de lo contado, de la sentencia, mientras que en el 99,9% dejaríamos a aquellos que siguen su camino sin apreciar motivo alguno para estar ni a favor ni en contra.

Aún pareciéndome un disparate exagerado la cifra de 46.000 españoles interesados (a favor o en contra) en la sentencia, habría que tener en cuenta a todos aquellos que se muestran conformes o disconformes pese a no haber leído siquiera la sentencia, lo que los convierte en personas dotadas de una poderosa fe en sus creencias, pero no mensurables a la hora de buscar personas interesadas en las circunstancias de la masacre y sus consecuencias.

Porque defender posiciones a favor o en contra, sin disponer de información y por tanto sin posibilidad de establecer un criterio personal es, en definitiva, utilizar el pensamiento inducido por otros y excluir el acto personal e intransferible de pensar.
Debido a lo expuesto y a la protección del sumario, el número de personas que, no perteneciendo a las instituciones públicas, y pudiendo leer el sumario lo hayan hecho, puede -con muy alta probabilidad- no alcanzar el cuarto de millar de personas.

De lo que tengo plena y absoluta seguridad es que quien no formando parte de las instituciones públicas, tenga acceso al sumario y lea la sentencia, creerá estar leyendo un auto sacramental, pues tal es la presencia de personajes simbólicos vinculados a conceptos tecnológicos abstractos, el aparato escenográfico o las ideas filosóficas en ella contenida.

Un tribunal especial emitió en su día un veredicto sobre un caso muy especial. Ese veredicto se torna igualmente especial por ciertos contenidos que permiten verlo como un curioso trampantojo.

Conozca ¿errores? de ése veredicto tan especial...

sábado, 5 de febrero de 2011

Ahmidan


En los crímenes que causan “alarma social”, es habitual que alguna de las personas sospechosas se convierta en protagonista ante el pueblo. Y es también habitual que, cuando tal cosa sucede, ni siquiera haya tenido lugar el juicio. Desde un punto de vista popular, el sospechoso cuyo nombre o apodo (o ambos) trasciende, de forma automática se convierte en culpable.

También es común en tales casos, que se filtre a la prensa junto con el apodo o el nombre del sospechoso, el modo por el cuál la policía consiguió identificarlo. A veces es un testigo, o una cámara de seguridad, una huella, pruebas de ADN, etc.

En los crímenes del 11 de Marzo de 2004 en Madrid, que tanta alarma social produjo en los primeros días, se popularizó rápidamente el apodo de “El Chino”, y junto a él, el nombre de Jamal Ahmidan. Sin embargo, ni los investigadores contaron al juez cómo identificaron a Jamal Ahmidan, ni el juez lo preguntó a los investigadores. En el sumario no existe información alguna que permita conocer cómo los investigadores lograron identificar al que luego fue primer protagonista. ¿Quién, cómo, cuándo, dónde y por qué asoció el apellido Ahmidan con el nombre de Jamal? ¿Por qué no aparece explicado en el sumario  cómo se produjo la identificación del más popular de los implicados?

El Cuerpo Nacional de Policía poseía la reseña (huellas decadactilares + fotos + datos biométricos), desde 1992,  de alguien a quien después del 11-M llamó Jamal Ahmidan. Sin embargo testimoniaron que la identificación fue "confirmada" por una reseña de los Servicios de Marruecos.

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