jueves, 1 de agosto de 2013

RECTIFICACIÓN

 Gracias a la colaboración de nuestro seguidor Crispín, hemos podido
comprobar que hemos cometido un error, y nos apresuramos a corregirlo.

Dijimos que los tres IMEI que acompañaban en el listado a los anotados como 15 unos, eran números erróneos de IMEI, y eso no es cierto.

Lo ocurrido es que el programa utilizado para obtener el dígito de control que empleamos, contenía errores.

Por tanto, los 3 IMEI del listado son correctos, y lo dicho aquí sobre esos 3 IMEI, queda anulado.

Lo que sigue siendo cierto es que los IMEI que aparecen en el listado, compuestos por 15 unos, son falsos y fueron puestos intencionadamente.

sábado, 20 de julio de 2013

El dilema de los IMEI con quince unos

Las nociones


Los terminales de telefonía móvil, se identifican por un número compuesto por 15 dígitos, llamado IMEI (International Mobile Equipment Identity). Ese número suele aparecer en una pegatina interna del terminal, y también está grabado en la memoria del terminal y,  normalmente,  ambos deben coincidir.

La estructura de los 15 dígitos consta de 4 partes:
  • los 6 primeros dígitos identifican el organismo certificador del terminal
  • los 2 siguientes identifican al fabricante
  • los 6 siguientes forman el número de serie del terminal
  • el último dígito es un dígito de control, resultado de aplicar el algoritmo de Luhn.

Cada vez que un teléfono móvil accede a la red, comunica -entre otros datos- su IMEI a la operadora. La operadora, en el proceso de autorización de acceso, consulta una base de datos que indica la situación en que se encuentra el terminal que está accediendo. Esas situaciones, se corresponden con las popularmente conocidas como lista blanca, lista gris o lista negra. Dependiendo de la lista en que aparezca el terminal, resultará el proceso de acceso:

  • Si en la lista blanca, el terminal puede recibir y realizar llamadas.
  • Si en la lista gris, el terminal puede recibir y realizar llamadas pero puede ser monitorizado a efectos de control.
  • Si en la lista negra, el terminal tiene prohibido el acceso a la red.

Las operadoras de telefonía móvil, registran en sus bases de datos los accesos a la red y recogen una serie de datos, entre los que aparecen el IMEI del terminal, el número de abonado (SIM), la antena que le está atendiendo (BTS), la fecha, la hora, el tipo de acceso (recibir llamada, realizar llamadas, envío o recepción de mensaje, teléfono contactado) etc.

El dilema

La telefonía móvil constituye la espina dorsal de la solución judicial dada a la matanza de Madrid del 11 de Marzo de 2004, como acreditan las múltiples referencias en la sentencia, y la gigantesca cantidad de información sobre telefonía móvil incorporada al sumario.
 
En ese sumario 20/2004 sobre la matanza del 11M, en la "Pieza separada" de legajos de información telefónica -en los folios 5406, 5535, 20384, 20395, y algunos otros- aparece información sobre tráfico telefónico en la que se indica el número de IMEI del terminal registrado. Esa información procede de la operadora de telefonía móvil. Pues bien, en repetidas ocasiones, y de forma intercalada con otros, aparece como número de IMEI una sucesión de QUINCE unos (111111111111111).


Vemos en los listados del sumario, que en los casos en que el número de IMEI es normal, el dígito de control aparece como un cero, por ejemplo el IMEI 351476800871850; esto es debido a convención de confianza en la nomenclatura puesto que -como hemos visto anteriormente- el terminal se identifica con los 14 primeros dígitos. De forma que si aplicamos el algoritmo de Luhn a los 14 dígitos que identifican éste IMEI, veremos que su dígito de control es el 4, con lo que el IMEI "completo" será 351476800871854.

Pero... ¿puede existir un IMEI con 15 unos?.

Pues según hemos podido comprobar, las operadoras permiten registrarse a un terminal que se identifique con el IMEI puesto a todo unos, aunque hay que hacer una importante salvedad: el propio programa, que desde el ordenador, me permite grabar en el terminal el nuevo número de IMEI, acepta los primeros 14 caracteres y se encarga de calcular -y escribir- el dígito de control, que en el caso de los 14 unos, y aplicando el algoritmo de Luhn, resulta ser... ¡9!, por lo que el IMEI no lo formarían los 15 unos, sino 111111111111119. Y ello nos lleva a una duda muy razonable:

Si el programa que nos muestra los tráficos está reemplazando el decimoquinto dígito por cero en todos los demás casos, en el caso del IMEI puesto a unos, debería anotar 111111111111110.
Por el contrario, si pusiera los 15 dígitos completos, el último debería ser un 9.
Luego la única posibilidad de que aparezca como número de IMEI una sucesión de 15 unos, es que hayan sido entrados a mano en la lista.

Como puede verse en los folios citados, e incluso en la propia imagen que acompañamos, un terminal registrado en una misma red, viene mostrando un IMEI concreto y, de repente, el número de IMEI es reemplazado manualmente por 15 unos.

No cabe duda que existió una razón para hacer desaparecer del sumario el número IMEI de uno (o más) terminales que alojaron tarjetas que -nos dicen- estuvieron vinculadas a la ejecución de la matanza, y reemplazarlos, como hemos podido comprobar, por una chapucera secuencia de 15 unos.

Y aparece el dilema: ¿nadie lo vio o a nadie le importó?









lunes, 18 de marzo de 2013

Termitas y otros isópteros tecnológicos

El hecho de que el tribunal especial, al que el Reino de España encomendó enjuiciar en 2007 el ataque contra más de 2000 españoles, decidiese no levantar la preceptiva acta de las actuaciones durante el juicio, deja a los isópteros tecnológicos la disponibilidad (o no) en un futuro de los soportes DVD en que fueron grabadas (supuestamente) las sesiones del juicio.
La vida media de esos soportes oscila, dependiendo de fabricante, y condiciones de temperatura y humedad, en un rango en torno a 20 o 30 años mínimo.

La duda es que los sistemas lectores que utilicen la tecnología actual, estén disponibles dentro de 20 o 30 años; es decir: pueden existir soportes en condiciones útiles pero no existir medios para la reproducción.

En el caso del díscolo alcalde de Marinaleda, las termitas fueron los isópteros encargados de hacer desaparecer cuanto pudiese obrar judicialmente en su contra.
En el caso del 11-M, sin duda, los isópteros tecnológicos se encargarán de que dentro de 20 o 30 años no pueda ser revisado el juicio por falta de sistemas para reproducirlos. Porque ya se encargará alguien de decir que las transcripciones que hicieron los mejores elementos del colectivo Peones Negros, carecen de valor legal.

Llegado ése momento se salvará un escollo altamente comprometido. Porque el problema que tiene un asunto cerrado en falsete como el juicio del 11-M, es que de aceptarse oficialmente en un futuro no lejano la falsedad de lo contado, el conjunto de instituciones del Estado quedaría en una posición entre ridícula, vergonzante y delictiva por encubrimiento. 

Sabemos que no va a ocurrir. Pero de ocurrir... lo de los isópteros digitales puede ser una magnífica excusa.


domingo, 3 de febrero de 2013

Reciclando recursos islámicos

Según consta en la historia oficial de los sucesos del 11M, durante la confección de la historia oficial, fueron reutilizados recursos de otras acciones relacionadas de lo que genéricamente se denomina "terrorismo".

Se reutilizó el chamizo de la finca de Chinchón, adjudicado a Maymouni para el 11S y a Ahmidan para el 11M.

Se reutilizó el personaje conocido durante la "operación" Lago como Jamal Hamadi y durante el 11M como Jamal Ahmidan.

Se reutilizó al "hermano musulmán" de la "operación" Dátil y cooperante de Abu Dadhdah, Abdul el Homsi como el honrado ciudadano Abdul Khaled Al Jondi que en el 11M reconoció haber vendido la tarjeta que llevó a Leganés y presentó en sociedad a "El Tunecino".

Se reutilizó al Basel Ghalyoun de aquella "operación" Dátil como predicador malvado en el 11M.


Se reutilizó el número de teléfono "de" Saed Berraj que jamás pudo ser utilizado en la "operación" Dátil, como activador de la memoria de un comisario en el caso 11M.

La cabezade Allekema Lamari, acompañada de su afamada oreja,  fue liberada por un "error" de Fungairiño, "perdida" por el CNI 5 días antes de la matanza para finalmente aparecer sobre la montañita de escombros del piso de la calle Martín Gaite de Leganés, mientras su ADN volaba por el interior de los Skoda Fabia que aparecían y desaparecían de las inmediaciones de la estación de Alcalá de Henares.

Y se condimentó el asunto con más de 20 colaboradores, informantes, confidentes etc. de lo conocido como  "Fuerzas y Cuerpos de la seguridad del Estado".

Imitando a nuestro buen amigo Mou...   ¿por qué?

En un análisis forense esa reutilización cantaría y exigiría la oportuna aclaración de los responsables de seguridad del sistema atacado.
En un juzgado ordinario posiblemente también.




sábado, 26 de enero de 2013

Beneficio vs no perjuicio

Tras el 11M se dispararon las especulaciones.

El método más empleado fue el más simple y frecuente: preguntarse quién podía obtener beneficio de aquellos crímenes. En principio sólo se pensaba en los crímenes. Luego nadie de aquellos pensadores pareció ocuparse en las repercusiones del carpetazo dado al asunto.

Alguien dijo que los problemas complejos tienen soluciones erróneas sencillas y fáciles de comprender; y no cabe duda que el 11M es un caso ciertamente complejo.
Quizá uno de los principales errores que cometieron quienes buscaban a los beneficiarios de la brutal matanza fue el de "mirar en corto".  Porque resulta poco inteligente suponer que el rédito de algo planeado con tanta anticipación iba a producir beneficios a las 72 horas.
Otro de los errores fue dejarse llevar por la inercia española de querer verlo todo en clave de pugnas políticas.
Y tal vez el más importante (por pasar desapercibido con gran facilidad) fue el de pensar en "beneficiados". Porque no es lo mismo, aunque pueda parecerlo, resultar beneficiado que no resultar perjudicado.

El paso del tiempo, además de facilitar el aclarado de la visión, nos permite una perspectiva más amplia y profunda que una "visión en corto a 3 días".
Sobre los políticos, a los que todo el mundo se empeña en considerar artífices de cuanto acontece en España, conviene dejarlos en este caso en el lugar que les corresponde, que no es otro -como se ha demostrado en estos años- que el de convidados de piedra.
Y respecto del hecho de no resultar perjudicado conviene mirar más que a personas o grupos de personas, a proyectos sociales.
Miremos pues con la profundidad de visión que dan estos casi 9 años transcurridos, releguemos a los políticos a sus hornacinas y púlpitos de perorar, y centremos nuestra atención en qué no ha resultado perjudicado.

Importante: no debe cometerse el error de pensar qué no ha resultado perjudicado por el atentado, sino en qué no ha resultado perjudicado por la resolución dada al atentado.



viernes, 18 de enero de 2013

Testigos de nada

Alguien dijo una vez, en La Mancha, que lo importante en un país no es lo que ocurre, sino lo que la gente cree que ocurre.

Por ejemplo, dentro de un tiempo habrá quien crea que el caso de Jamal Zougham fue revisado y que "la justicia" decidió que debía seguir en prisión. Y lo creerá porque estos días se vocea que van a ser revisados los testimonios que utilizó el tribunal para endilgarle más de 420 siglos de cárcel, y en consecuencia la gente creerá lo que se le diga.

Dudo que a alguien se le ocurra parase a pensar 7 minutos sobre el caso Zougam o, si no conoce el caso, leer ésto. Si lo hiciera descubriría cosas realmente sorprendentes.
Por ejemplo, que hizo falta un tribunal especial para poder detener a una persona acusándola de haber vendido tarjetas de móvil. Un juzgado  ordinario no hubiese podido admitirlo, porque no es ningún delito.
Además, cuando el tribunal especial presentó lo que ellos consideran "documentos de prueba" (el albarán con el famoso 6º renglón) para acusar a Zougham de algo que no es delito (vender tarjetas de móviles) ni siquiera reparó en que el documento no demostraría la venta, sino -en todo caso- la compra. Para "justificar la venta" el tribunal se basó en una pura especulación al afirmar que las bombas que explotaron en los trenes llevaban teléfonos con tarjeta (cosa de la que no existe ninguna evidencia).

Probablemente nadie se detenga 2 minutos a pensar y razonar que la revisión de las declaraciones de las testigos es indiferente. Lo que quieren ahora es que nos perdamos en parlotear si las testigos vieron o inventaron, pero eso es lo que menos importa. Lo que importa es que las testigos ni vieron ni pudieron ver bomba alguna porque, en todo caso, lo que podrían haber visto es a cientos de personas llevando una mochila o una bolsa; y eso, lo mismo que la compra -e incluso la venta- de tarjetas telefónicas sigue sin ser delito en España.
Si juran haber visto al de la foto que llevaba saliendo 15 días en TV porque ya estaba detenido por algo que no era delito, es irrelevante aunque le hubiesen visto de verdad en los trenes con 70 bolsas, porque en lugar alguno consta evidencia de la relación entre Zougham y los dichos por el tribunal como responsables de la masacre.