viernes, 1 de octubre de 2010

¿Quién hay en casa?

El sábado 3 de Abril de 2004 la policía localizó en la localidad de Leganés, al suroeste de Madrid, y gracias a una tarjeta telefónica, el piso franco donde se encontraban los terroristas.
La suerte que tuvo la policía fue que pese a haber transcurrido ya 23 días desde la masacre, y aunque el piso no era domicilio de ninguno de los terroristas, en el momento de localizarlo se encontraban en el interior nada menos que 8 de los terroristas. Fue toda una coincidencia, sin duda.
El asedio del piso duró alrededor de 6 horas, y a las 21:03, el telediario de la noche abrió con la explosión del piso, retransmitida en directo.
Cuando los policías llegaron al piso, aún no sabían quién estaba dentro, pero pronto pudieron averiguar el nombre de tres de ellos: los hermanos Mohamed y Rachid Oulad Akcha de nacionalidad marroquí y el tunecino Sarhane Ben Abdelmahid Faketh.  Y lo averiguaron porque, al parecer, los terroristas llamaron a sus familias para despedirse... y la policía se enteró.
La documentación aportada en el sumario sobre ésas llamadas telefónicas, y la declaración como testigo en el juicio del jefe de los servicios de información de la policía, dejaron en evidencia que o bien la documentación telefónica existente en el sumario no se corresponde con la realidad, o bien el jefe de la policía no dijo la verdad.

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martes, 31 de agosto de 2010

Un teléfono incómodo

Los investigadores de la matanza ocurrida el 11 de Marzo de 2004 en Madrid, desvelaron la enorme importancia del papel que desempeñaron los teléfonos móviles en la comisión de la masacre.
La policía informó que las bombas fueron temporizadas mediante teléfonos móviles, y también demostró las relaciones entre los imputados basando sus deducciones en los informes aportados por las operadoras de telefonía móvil.

Quizá por la importancia dada a la información sobre teléfonos celulares, llame la atención el hecho de que en el mismo sumario en el que se apoya la sentencia,  hayan quedado reflejadas dos versiones totalmente diferentes sobre la procedencia de uno de ésos teléfonos. 
Se podría pensar que se trata de un típico caso de error, pero el hecho de que el teléfono sea de extrema importancia (se trata del que condujo al descubrimiento del piso de los terroristas en Leganés), así como que las personas que certifican las versiones distintas sean un jefe de la policía antiterrorista, y un sospechoso de ser confidente del Estado, parecen motivo suficiente para que le dediquemos nuestra atención.

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